Torso, very thin hatch drawings (1985)

Últimas horas del año, primeras impresiones del iPad Pro para dibujar

Hoy me propuse escribir un par de artículos antes de que termine el año. Quedan apenas unas horas, y aunque ya voy por la tercera historia, todavía no he empezado con la cena. Mientras tanto, mi perro probablemente piensa que ya es hora de salir a dar una vuelta. En medio de este caos tranquilo, me pareció sensato escribir unas líneas sobre el iPad Pro 12.9 que mi hijo me prestó para que experimentara con el dibujo digital.

Una de sus principales virtudes es la portabilidad. Al no estar limitado a un escritorio, uno puede dibujar donde surja la inspiración: en el sofá, en una cafetería o incluso desde la cama. Esa libertad es valiosa, sobre todo cuando las ideas llegan sin previo aviso y necesitan un espacio inmediato para materializarse.

Sin embargo, no todo es ideal. El dispositivo, con su acabado metálico, resulta algo resbaladizo al sostenerlo. Para alguien acostumbrado a inclinar, girar o mover una libreta de dibujo sin preocuparse por dañarla, la experiencia puede sentirse algo limitada. Una funda de silicona delgada no solo facilitaría el agarre, sino que también protegería el aparato y nivelaría la superficie trasera donde sobresale la cámara, lo que actualmente interfiere al apoyar el dispositivo sobre una mesa.

En cuanto a la aplicación de dibujo que he estado probando, me ha sorprendido gratamente. Es intuitiva y ofrece múltiples opciones de personalización, permitiendo adaptarse a distintos estilos y proyectos. Mientras exploraba las funciones del Apple Pencil —incluido con el dispositivo— no pude evitar recordar los dibujos que solía hacer en mi juventud. Busqué emular los lápices que utilizaba en aquel entonces y, para mi sorpresa, los resultados fueron más que convincentes. De hecho, diría que son los mejores que he obtenido en formato digital hasta ahora.

Quizás valga la pena invertir algo de tiempo en este nuevo medio. Tal vez incluso sea el momento de recuperar esas viejas ideas que, por alguna razón, nunca llegaron a ver la luz.